Hay algunas cosas que simplemente no tienen precio...
A veces uno cree que "se está bien": todo parece estar en su lugar y uno disfruta lo que tiene. No podría estar en otro lugar, justo en este momento. Claro, si te gusta tu trabajo, si tienes amistades con las que sales cada fin, etc. No aceptas que caes en la rutina, y tal vez hasta sea cierto que tu vida tiene pistas de azar.
Pero llega el momento de tomar unas justas y merecidas vacaciones. Qué harás con tus vacaciones en esta ocasión? Si no has planeado una costosa salida junto con el resto de tu familia, tal vez vuelvas a casa, como es costumbre en muchos alumnos foráneos de hoy en día.
Como comenté alguna vez, tarde o temprano llega el momento. Un momento crucial, específico y determinante, en que te das cuenta de que estás más allá que acá. Tal vez creíste haberlo vivido, pero en realidad fue solamente tu imaginación. Cuando llega en verdad sabes que no hay vuelta atrás: cuando "tu casa" deja de ser algún lugar a cientos de kilómetros, y se vuelve lo que sea que tengas por madriguera: un cuarto, un depa, o tal vez una casa entre varios amigos.
Ohh.. qué revelación...
Pero tarde o temprano, y a veces posiblemente de una forma tan inesperada, volverás a casa, y tendrás una vez más y ante tus ojos todos los elementos con los que creciste: tu cuarto, que ahora es la bodega familiar, tu primer carro, junto con el sofá donde con tu primer amor pasaron “cositas mágicas”, la carretera que tan bien conoces de pies a cabeza, los amigos de siempre… y entonces tal vez te des cuenta de todo lo que te estuviste perdiendo este tiempo que estuviste fuera.
No solamente la familia, que es lo más importante, sino también la brisa nocturna, las estrellas en el cielo, la música, el mar, el cielo por sí mismo… En fin, todas las cosas que forman lo que conoces como hogar.
A veces es bueno darse un descanso y virar la cabeza. Detenerse y oler las flores.
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